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Salida: Jartum (Sudán)

https://goo.gl/maps/AsWC8Zwt7Bu2NwE87

Llegada: Kinsasa (República Democrática del Congo)

https://goo.gl/maps/shxqkEy73uRD4tAAA

En la mañana del 1 de enero de 1942, el B314 NC18602 aceleró con la fuerza habitual proporcionada por el combustible de aviación de 100 octanos y, a pesar de la larga carrera debido al elevado peso, se separó del agua según lo esperado. Los motores habían recobrado su sonido y vida habituales... hasta que a los pocos segundos del despegue, al rugir habitual de los motores, se le unió el de un fuerte martilleo repetitivo y constante. Todos los indicadores del motor mostraban valores normales y su comportamiento era el esperado en cuanto a potencia. Una vez más, un miembro de la tripulación subió a la cúpula del navegador para ver qué podía haber pasado. El ruido provenía de la cubierta del escape del motor número 1 que se había soltado, aunque seguía enganchada, y de ahí los golpes repetitivos generados por las turbulencias. Puesto que todos los indicadores eran normales, el capitán Ford decidió proseguir. No disponían de repuesto para esa pieza en concreto por lo que, si el motor funcionaba de forma correcta, regresar a Jartum en poco o nada mejoraría la situación. Para garantizar la seguridad del vuelo, eso sí, se turnarían para que un miembro de la tripulación estuviera siempre en la cúpula de observación manteniendo contacto visual con el motor 1 y controlar que el incidente no fuera a mayores.

La densa vegetación en el último tramo, que hacía imposible reconocer ningún elemento de tierra, les obligó a volar por estima hasta que avistaron el río Congo. A partir de ahí, no había pérdida: la navegación era tan fácil como seguir el río hasta Kinsasa y, de nuevo, hacer la toma en un río.

A la llegada se encontraron buenas y malas noticias. Las buenas era que a partir de ese momento repostar combustible de aviación de 100 octanos ya no sería un problema. Las malas que la guerra dejó a todas las bases de PanAm en África en proceso de construcción y los servicios disponibles en Kinsasa eran mínimos. La reparación del motor 1 no podría realizarse hasta su llegada a Natal, ya en el continente americano. Por otra parte, se encontraron con unos mosquitos feroces que ni las redes de las camas podían detener, por lo que la noche, en esta ocasión, no les proporcionó todo el descanso que hubieran deseado.